22.3.11

La ciudad aún late


Se podría decir que mi historia con Shibuya es una historia de amor y odio. Yo soy un enamorado del neón, y de la lluvia, y cuando me combinas los dos a lo Blade Runner pues me deshago, me puede, el cerebro se me inunda de sensaciones y me sale una lagrimilla.

Cuando llegué a Tokio, en Junio del 2009, era la época de lluvias, el monzón, y llovía copiosamente mientras que la atmósfera era tan húmeda que se podía beber de ella (no aconsejable, por cierto). La cuestión es que iba con gente que ya había estado en Tokio antes y esa misma noche, salimos de fiesta. Justo antes de ir al sitio donde íbamos, me obligaron a hacer una parada en Shibuya. Yo no entendía nada. Sí, yo sabía lo del famoso paso de cebra a tres bandas en donde la marabunta se cruza y se entremezcla como en una escena de Braveheart y bueno, la verdad es que preparé la cámara y como un niño pequeño, salí de la estación, miré hacia atrás y... allí estaban, los neones, la lluvia, las tres enormes pantallas, los paraguas, la gente, el reflejo en el asfalto, el humo, los japoneses... Me enamoré al instante de Shibuya.

Durante el año siguiente iba a menudo, localizas las tiendas que te interesan, los restaurantes que te gustan, los bares en los que te escuchan y uno va fundiéndose con la ciudad, pasando desapercibido, siempre, hay tantísima gente que todavía no he visto dos veces a la misma persona (aunque conociéndome, podría haber visto a esa persona 10 veces y no me acordaría). Bueno la cuestión es que me encantaba ir a Shibuya después de trabajar solo para dar un paseo, me daba una vueltecita escuchando algo de música y me volvía para casa. Para mí era como una sesión de yoga, me encantaba andar por Shibuya.

Pero las cosas empezaron a cambiar, tanta gente me empezó a molestar, me di cuenta de que ciertas calles apestaban a cloaca, que tanto colorido y tantísima variedad, tantísimas opciones de compra, de potenciales amigos, amores, enemigos, me saturaron, y clausuré Shibuya.

Hoy he ido a comer con Sakie en Omotesando, ella trabaja allí y hemos aprovechado para comer juntos y cuando habíamos terminado me dije... "Si me vuelvo a casa ahora, y hay otra réplica, me pego un tiro. Vamos a dar un paseo." Hoy llovía, no como en la estación de lluvias, hacía algo de frío, y encima las noticias acerca de la radiación, la lluvia y todo eso pues te quitan incluso las ganas de pasear el cuero cabelludo por la ciudad no sea que una gotita de lluvia ácida me atraviese el cerebelo. Sin embargo, nada más lejos de la verdad, la sensación hoy era distinta. Realmente me apetecía ir a Shibuya, perderme en sus calles, entrar en cualquier tienda, tomarme un café en cualquier bar y por supuesto conocer a alguien.

Llegué a Shibuya por la parte este, me dirigí primero a Tower Records, después a Book-Off para luego tomarme un cafelito en Starbucks. Entre que iba de un lado para otro la lluvia caía suavemente y llamaba a la noche. Debido al ahorro de energía al que la ciudad está siendo sometida como consecuencia del terremoto y del tsunami de la semana pasada, Tokio respiraba a medio gas, diría que un 20% o un 30% (a ojo, que seguro que me equivoco) de las luces que normalmente bañan la ciudad, hoy seguían apagadas. La ciudad se me dibujaba como una gran bestia herida, pero aún viva, muy viva, aún brillando con fuerza y mostrando todo su poder. Y de alguna manera, me volví a enamorar de Shibuya.

Una nota de humor: iba paseando cerca de la estación cuando dos japoneses me "asaltaron" en inglés y me preguntaron "¿Eres Jesucristo? Ya con el tiempo te deja de sorprender cualquier cosa que surja de una conversación entre un extranjero y un japonés, ya que la barrera idiomática es un hecho constatado y fuente de millones y millones de anécdotas, algunas innombrables, pero... ¿Jesucristo? Le respondo en japonés que no, que me confunde con otro, y por si acaso, corroboro la pregunta, a lo que uno de los chavales me dice "¿Crees en Jesucristo?" Vale, esto ya tiene más sentido. Les explico como puedo por donde van mis ideologías religiosas, lo que sí, lo que no... Me explican que son algo así como un grupo de personas que creen en la segunda llegada de Jesucristo, etc, a lo que les respondo "Pero... ¿Viene en tren? Por eso lo de esperar en la estación"? Risas, gracias, algarabía. Bueno, en resumen, estaban intentando captar adeptos, según me reconocieron más tarde, no con mucho éxito, pero me aseguraban que allí se dejarían la piel por ser fieles a lo que creían. "Ole" pense. Les di la mano, me disculpé por la falta de fe, las bromas, etc y proseguí con mi redescubrimiento de ese corazón que late suave pero que late, por siempre, que es Shibuya.

4 comentarios:

  1. jejejeje, pareces una pelicula de sofia coppola. no en serio, muy bonito. te estas haciendo bueno, casi pareces un periodista. un abrazo.

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  2. Jajaja, gracias Fae, 3 años de periodismo mira tu pa qué :D Mira..um... vente ya pacá no?

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  3. Te odio,primo xDD
    Vas a Shibuya mi barrio de japon favorito!;D
    Me alegro de que estes bien :D
    Manu

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  4. jejejeje, estoy contando los dias tronco, y mira que me queda todavia pa tirar paya. quiere que te lleve argo?, un camperito del valdi?, me paso por el ejido y te pillo algo?, jejejejeje.

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