10.00 am - La Tierra se despereza y se estira y nos levanta a todos (a los que trasnochamos pendiente de las noticias) con un temblor de 6.1. Después de casi un minuto de vaivenes todo vuelve a la normalidad. Todo queda en un susto, una vez mas. Me conecto a Internet, nos chequeamos, "¿todo el mundo bien?". Salto a la ducha porque no se si me van a cortar el agua, la luz o el gas y antes de mirarlo en internet, es más rápido meterme bajo el agua. En la ducha tengo la sensación de que se mueve la habitación, pero de nuevo, es mi cabeza. He desarrollado dos hábitos desde hace tres días: Uno, a donde quiera que voy, sea lo que sea lo que estoy haciendo, localizo un sitio al que escapar o en el que esconderme en caso de "el gordo" llegue. Y dos, a donde quiera que voy me llevo el portátil, la documentación importante y los cargadores. Me he vuelto mucho más sistemático, llevo siempre el móvil en un bolsillo y la cartera en el otro, siempre el mismo sitio.
Voy a las tiendas de alrededor a por un café y de paso a ver como está el tema de las reposiciones. Sigue sin haber agua embotellada, pan o papel higiénico. Sin embargo hay alcohol a raudales, snacks, congelados, etc. Compro unos guantes, mascarillas y tiritas, en una mezcla de previsión y paranoia. De vuelta al apartamento se confirman mis sospechas, la empresa nos informa de que ha tomado la decisión de cerrar durante al menos una semana. Los mensajes de mis amigos se suceden, todos deciden irse juntos a Osaka, hacia el suroeste, o al menos intentarlo porque no tienen la certeza de que puedan encontrar billetes de tren, hotel, etc.
Mi situación es diferente. Sakie (mi novia) me informa de que es bastante probable de que una de sus abuelas, que vivía en Sendai, epicentro del tsunami del viernes, no haya tenido tiempo de... bueno, ya os podeis imaginar. Mientras tanto se suceden las buenas noticias, una nueva explosión en el reactor número 3 de Fukushima nos pone a todos de pie, aunque el portavoz del gobierno, el señor Edano, hace lo imposible por quitarle hierro al asunto. Por otro lado, los cortes de luz parece ser que no se van a producir, ya que todo el mundo, de manera voluntaria ha conseguido disminuir el consumo eléctrico de manera extraordinaria. Aún así, más adelante no se descartan dichos cortes.
Los trenes funcionan, menos, pero funcionan. Si normalmente hay uno cada 3 minutos, ahora hay uno cada 10 minutos, algo insignificante para alguien de España que acostumbra a esperar un autobús 20 minutos y la mayoría de veces no a su hora. Sin embargo, la sociedad japonesa se colapsa en las estaciones. La gente hace colas y colas de hasta 2 horas para coger un tren. El poder de los trenes en Japón es algo realmente asombroso. Recuerdo el día del terremoto, cuando los trenes dejaron de funcionar y la gente se volvía a casa a patita, la mayoría, yo inclusive, nos perdíamos, no sabíamos por donde ir. Al viajar en tren todos los días, perdemos la orientación totalmente y al caminar, si no seguimos la línea de tren, estamos perdidos en 5 minutos.
Son las 12:50 pm. y me dispongo a almorzar unos deliciosos yakisoba que he encontrado huérfanos en la tienda cuando he ido a comprar el café. Veremos a ver que nos depara la tarde.
14.3.11
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