Viernes 25 a las 12 del mediodía.Cuando me doy cuenta tengo una mochila colgada con algo de ropa y el portatil y voy camino de Mizonokuchi a coger el primero de una larga lista de trenes. El viaje a Osaka fué una decisión repentina, natural, una consecuencia de varios factores que me empujaron a tomar la decisión de darme un pequeño respiro y volver un poco a mis orígenes de turista en el país del sol naciente y ciertamente fue una desición más que acertada.
Podría haber hecho el viaje en Shinkansen. En dos horas hubiera llegado a Osaka pero la verdad es que ultimamente, tenemos más tiempo que dinero y por otro lado, el hacer el viaje en trenes locales me daba la oportunidad de parar en ciudades que no conocía como Nagoya o Shizuoka. Desgraciadamente, no contaba con una cosa y es que debido a los cortes de luz y al ahorro de energía al que el país se está sometiendo, algunos tramos operaban con servicios mínimos por lo que no tuve tiempo de parar todo lo que quería. Aún así, disfrute de cada una de las 9 horas que me llevaron a la región de Kansai. Hice una primera parada en Atami, una pequeña ciudad al lado del mar, bastante popular entre los hippies de la capital, algo así como Caños de Meca en Cádiz, solo que esta vez, debido a que aún las temperaturas no daban mucho pie al nudismo colectivo, la cosa en Atami estaba bastante tranquila. La siguiente parada para cambiar de tren fue en Fuji, aunque no vi el monte por ningún lado. Se iba haciendo de noche y ya en la siguiente parada tuve que esperar más de lo que yo esperaba así que me di cuenta de que se me empezaba a agotar el tiempo. Pasé Shizouka, Hamamatsu hasta llegar a Nagoya y, definitivamente, me vi medio obligado a enganchar el Shinkansen y 50 minutos después llegaba a Osaka para una merecida cervecita con el señor Miguel Silva en Nanba, uno de los digamos, tres centros de la ciudad, acorde con mi interpretación, claro.
Y es hora de hablar de Shinsekai (literalmente, "Nuevo mundo"), el sitio donde nos hospedaríamos, más concretamente en el Hotel Chuo. Cómo explicarlo... Shinsekai, a principios de siglo fue construido, digamos con muy buenas intenciones. Se hizo un parque de atracciones que fue un auténtico "boom" en la época y como símbolo de expansión se construyó la Torre de la Luna (en la foto). Fue tal el impacto de la zona que en 3 meses casi 5 millones de personas decidieron instalarse en Shinsekai. Pero llegó la guerra. La torre era un reclamo para los aviones bombarderos y la tiraron abajo, el barrio decayó, se sumió en la oscuridad y se convirtió en lo que hoy es. Shinsekai es el sitio de Japón con más indigentes por metro cuadrado del país. Pero hay una diferencia. Dichos indigentes, según me explicaba Miguel quien llevaba instalado en el Hotel Chuo desde poco después del terremoto del 11 de Marzo y conocía bien la zona, eran trabajadores de un día. Había ciertas oficinas distribuidas por el distrito en donde muy temprano por la mañana se repartían trabajos de un día. Los trabajadores realizaban su trabajo y dependiendo de la paga dormían en uno de los muchos hoteles de la zona (en algunos el precio era de 6 euros la noche) o volvían a dormir en la calle.
Para un turista, Shinsekai podría ser catalogado de poco recomendable, es una zona en declive, los comercios van cerrando uno tras otro, las calles están sucias, abandonadas, pero sin embargo, y aludiendo una vez más a al índice de seguridad de Japón, el peligro de ser atracado o algo similar es más bien bajo o semi-imposible. Una zona así en cualquier otro país sería otro cantar, pero en Japón, era algo que había que ver para creer. El Hotel Chuo, según deducimos, empezó dando cobijo a dichos trabajadores hasta que, suponemos, en algún momento subirían ligeramente los precios y ahora es un hotel frecuentado por turistas mochileros de todo el mundo.
Durante los dos días enteros que pasé en Osaka, jugamos obviamente a ser turistas. El castillo de Osaka es posiblemente uno de los edificios más impresionantes que he visto en mi vida. Osaka es una ciudad absolutamente rocambolesca, estrafalaria, caótica. La frase que más usábamos mientras caminábamos sin cesar por sus calles era "¿Y eso? ¿Qué hace eso ahí? No tiene sentido, Manué / Migué". Una iglesia cristiana con dos pantallas de televisión insertadas en la fachada metálica oxidada emcumbrada por unas rejas de acabado en punta situada justamente al lado del Hotel Chuo, un "Love Hotel" (hoteles en donde el usuario paga por horas y tiene acceso a una habitación, bueno, de dudoso gusto decorativo) con temáticas que van desde la Navidad a los Osos amorosos, personajes sacados de un sanatorio funky y abandonados a su suerte con una sobredosis de LSD, la gente hablando a gritos, suciedad con encanto, caos, eso es Osaka.
Volví ayer, Lunes 28 de Marzo, también en trenes locales lo que me llevó 11 horas y ya de vuelta en Tokio, las cosas no pintan tan mal. Poco a poco noto como la ciudad se va curando las heridas y empieza a andar, Fukushima aún rebelde se va calmando, la ayuda va llegando cada vez más a los damnificados por el tsunami a pesar de lo mucho que queda por hacer. Japón está más unido que nunca y quiere salir adelante y esperemos que así sea, que aunque en Osaka las cosas no tengan mucho sentido, la vida aquí cada vez tiene más y más.
29.3.11
24.3.11
A ciegas
Confieso que estoy perdiendo "algo" de fe. La línea que separa el valor de la imprudencia se va haciendo cada vez más fina. Fukushima no para de exponer el gran fallo del hombre, la máquina que se rebela contra su creador y que se estremece fuera de control. Las réplicas no ayudan, cuando todo parecía estar tranquilizándose, hoy me despierta una exactamente de la misma manera que la semana pasada, como el día de la marmota.
Uno de mis mejores amigos se vino ayer de Osaka porque consideró que la situación estaba medianamente bajo control. Al llegar a casa lo primero que hice fue beber un buen buche de agua del grifo para después sentarse a ver las noticias y perder los nervios al ver que los niveles de iodo en el agua de Tokio eran más altos de lo normal. 2 minutos después una segunda noticia alertaba de una columna de humo negro saliendo del reactor 3 de la central Daichii de Fukushima. A estas horas debe de estar haciendo las maletas, se vuelve a Osaka.
Anoche, después de cenar, en un acto reflejo mientras me lavaba los dientes abrí el grifo y puse el cepillo debajo del chorro, es lo que siempre hago después de haber puesto la pasta de dientes. Mientras me cepillaba los dientes me acordé de la noticia sobre el agua de Tokio. Pero no dejé de hacerlo. Volví a la habitación y miré fuera de la ventana. Esa mañana había hecho la colada, con agua corriente, como todo el mundo. Hoy, mientras escribo llevo puesta esa misma ropa, que ya seca, recogí esta mañana. Ahora me dispongo a lavar los platos que se acumulan en el fregadero, con agua de grifo, porque las reservas de agua no son suficientes como para malgastarlas en lavar 4 platos. Cocinar con agua de grifo no es aconsejable, beberla es un disparate, pero, ¿y que hay de todo lo demás? Nadie dice nada, nadie sabe nada.
La radioactividad se ha convertido no solo en el enemigo invisible sino también en paranoia persecutoria. Ahora la veo en todas partes, y lo peor de todo, es que no me preocupa. Mientras mis amigos hacen las maletas y se piran del país, yo me quedo en casa, me doy una ducha, lavo platos, pongo la lavadora y es entonces cuando me asalta la duda, ¿soy un valiente o un idiota imprudente?
Ayer fuimos a cenar sushi, tomamos diferentes platos e incluso una taza de te y algo de sopa. En el Kaiten Sushi (restaurante de sushi en que los platos van circulando sobre una cinta por delante de los clientes) donde fuimos la gente comía y bebía absolutamente despreocupada. Yo le preguntaba a Sakie, "¿es que nadie lo sabe o es que a nadie le importa?". No con mucha seguridad, respondió "lo saben, pero aunque les importara, nos mirarían a nosotros comiendo y pensarían, bueno si ellos lo hacen y no pasa nada, yo también puedo." Era un efecto colectivo, recíproco, e incluso preguntándoles directamente si no les preocupaba el tema del agua, nadie diría la verdad.
El enemigo invisible, puede que ya viva dentro de mi, puede que se cobre su víctima no ahora, sino dentro de 10, 20 o 30 años, puede que para ese entonces ya ni me acuerde de ese día en que me duché como tantos otros o del día que fregué los platos o lavé la ropa o comí sushi gustosamente. Puede que dentro de 10 minutos haya otra sacudida de 9.0 y lo de la radioactividad por darme una ducha deje de importarme porque tenga que buscar mis calzoncillos debajo de un peñasco, pero por ahora, hay que seguir, hay que seguir, hay que seguir...
22.3.11
La ciudad aún late
Se podría decir que mi historia con Shibuya es una historia de amor y odio. Yo soy un enamorado del neón, y de la lluvia, y cuando me combinas los dos a lo Blade Runner pues me deshago, me puede, el cerebro se me inunda de sensaciones y me sale una lagrimilla.
Cuando llegué a Tokio, en Junio del 2009, era la época de lluvias, el monzón, y llovía copiosamente mientras que la atmósfera era tan húmeda que se podía beber de ella (no aconsejable, por cierto). La cuestión es que iba con gente que ya había estado en Tokio antes y esa misma noche, salimos de fiesta. Justo antes de ir al sitio donde íbamos, me obligaron a hacer una parada en Shibuya. Yo no entendía nada. Sí, yo sabía lo del famoso paso de cebra a tres bandas en donde la marabunta se cruza y se entremezcla como en una escena de Braveheart y bueno, la verdad es que preparé la cámara y como un niño pequeño, salí de la estación, miré hacia atrás y... allí estaban, los neones, la lluvia, las tres enormes pantallas, los paraguas, la gente, el reflejo en el asfalto, el humo, los japoneses... Me enamoré al instante de Shibuya.
Durante el año siguiente iba a menudo, localizas las tiendas que te interesan, los restaurantes que te gustan, los bares en los que te escuchan y uno va fundiéndose con la ciudad, pasando desapercibido, siempre, hay tantísima gente que todavía no he visto dos veces a la misma persona (aunque conociéndome, podría haber visto a esa persona 10 veces y no me acordaría). Bueno la cuestión es que me encantaba ir a Shibuya después de trabajar solo para dar un paseo, me daba una vueltecita escuchando algo de música y me volvía para casa. Para mí era como una sesión de yoga, me encantaba andar por Shibuya.
Pero las cosas empezaron a cambiar, tanta gente me empezó a molestar, me di cuenta de que ciertas calles apestaban a cloaca, que tanto colorido y tantísima variedad, tantísimas opciones de compra, de potenciales amigos, amores, enemigos, me saturaron, y clausuré Shibuya.
Hoy he ido a comer con Sakie en Omotesando, ella trabaja allí y hemos aprovechado para comer juntos y cuando habíamos terminado me dije... "Si me vuelvo a casa ahora, y hay otra réplica, me pego un tiro. Vamos a dar un paseo." Hoy llovía, no como en la estación de lluvias, hacía algo de frío, y encima las noticias acerca de la radiación, la lluvia y todo eso pues te quitan incluso las ganas de pasear el cuero cabelludo por la ciudad no sea que una gotita de lluvia ácida me atraviese el cerebelo. Sin embargo, nada más lejos de la verdad, la sensación hoy era distinta. Realmente me apetecía ir a Shibuya, perderme en sus calles, entrar en cualquier tienda, tomarme un café en cualquier bar y por supuesto conocer a alguien.
Llegué a Shibuya por la parte este, me dirigí primero a Tower Records, después a Book-Off para luego tomarme un cafelito en Starbucks. Entre que iba de un lado para otro la lluvia caía suavemente y llamaba a la noche. Debido al ahorro de energía al que la ciudad está siendo sometida como consecuencia del terremoto y del tsunami de la semana pasada, Tokio respiraba a medio gas, diría que un 20% o un 30% (a ojo, que seguro que me equivoco) de las luces que normalmente bañan la ciudad, hoy seguían apagadas. La ciudad se me dibujaba como una gran bestia herida, pero aún viva, muy viva, aún brillando con fuerza y mostrando todo su poder. Y de alguna manera, me volví a enamorar de Shibuya.
Una nota de humor: iba paseando cerca de la estación cuando dos japoneses me "asaltaron" en inglés y me preguntaron "¿Eres Jesucristo? Ya con el tiempo te deja de sorprender cualquier cosa que surja de una conversación entre un extranjero y un japonés, ya que la barrera idiomática es un hecho constatado y fuente de millones y millones de anécdotas, algunas innombrables, pero... ¿Jesucristo? Le respondo en japonés que no, que me confunde con otro, y por si acaso, corroboro la pregunta, a lo que uno de los chavales me dice "¿Crees en Jesucristo?" Vale, esto ya tiene más sentido. Les explico como puedo por donde van mis ideologías religiosas, lo que sí, lo que no... Me explican que son algo así como un grupo de personas que creen en la segunda llegada de Jesucristo, etc, a lo que les respondo "Pero... ¿Viene en tren? Por eso lo de esperar en la estación"? Risas, gracias, algarabía. Bueno, en resumen, estaban intentando captar adeptos, según me reconocieron más tarde, no con mucho éxito, pero me aseguraban que allí se dejarían la piel por ser fieles a lo que creían. "Ole" pense. Les di la mano, me disculpé por la falta de fe, las bromas, etc y proseguí con mi redescubrimiento de ese corazón que late suave pero que late, por siempre, que es Shibuya.
¡Réplicas dimisión!
El orden y la disciplina de Japón son valores ancenstrales que han traspasado fronteras y se han mantenido a lo largo de los siglos desde tiempos inmemoriables. Son valores intrínsecos en la forma de pensar japonesa, pero no por ello valores con fecha de caducidad más que pasada. Los más jovenes lo han convertido en respeto y educación y no importa la circunstancia o problema del que estemos hablando, esos valores siempre saldrán a relucir cuando hablamos de Japón.
Muchas cosas han pasado en esta última semana, todos lo sabemos, ha sido un punto y aparte en la historia de este país y bueno, aún lo está siendo. El incidente de la planta nuclear de Fukushima ha levantado una enorme polémica, no solo en tierras niponas sino también en el resto del mundo, no existe país alguno que en estos momentos no se esté mirando debajo de las faldas a ver si todo sigue en su sitio e incluso algunos que van incluso más lejos y por fin, deciden cambiarse de bragas, es decir, buscar soluciones de energía alternativas a la nuclear.
Ayer volví a Yoyogi Koen, no estaba tan soleado pero aún así se estaba muy dignamente. La alarma de terremotos sonó en torno a las 14:35 y yo me temía lo peor, pero a mi alrededor la gente seguía tumbada o jugando a la pelota o haciendo el indio, por lo que al final, el temblor ni siquiera se notó. Yo ya me imaginaba a mi mismo a lo Indiana Jones agarrado al borde del precipicio mientras la tierra se abría, etc. A las 16:00 dimos por terminado el pic-nic y nos dirigimos a Shibuya. Nada más salir del parque nos dimos cuenta de que había "estallado" una rebelión, una revolución de masas que pedía el cierre de Fukushima a grito pelado, a golpe de bombo y platillo, con altavoces atronadores y... en fila india ¿? Me acerco un poco más, empiezo a leer carteles de "NO a la guerra" y demás clásicos del reivindicalismo de a pie. Examino la fila, la gente está tranquila, anda despacio, en fila. Un coche encabeza la marcha y mientras, a golpe de altavoz recita unas enmiendas, la masa lo repite, pero más que como una protesta, como un mantra.
A su paso, se van sumando más policías y más gente. Le pregunto a Sakie que por qué hay tanta policía si la mayoría de los manifestantes están a punto de quedarse dormidos, le explico que en mi país, si hay una manifestación, lo mínimo que puedes esperar es algún cocktail molotov, o una cabra volando (sí, bueno, exageré un poco, ¡entendedme, hombre, soy andaluz!), a lo que ella me respondió, "no, la policía está para proteger a los viandantes". ¿?
La marcha siguió hacia Shibuya, adentrándose en la ciudad y sin salirse de un perímetro de 2 metros de ancho (a fila de 2). Cuando los vimos empezar gritaban sobre Fukushima, y luego ya habían cambiado a Libia, o a los impuestos, etc. Un día más tarde me enteré que la manifestación no había salido en ninguno de los medios del país, es decir, fue menos trascendental que un peo cósmico, y por eso me he dicho hoy... por esa gente que aunque su voz no se escucha se echa a la calle y se da un paseo multitudinario a viva voz (y ya que me identifico un poco porque yo con el blog es como si hicera una marcha igual pero con 10 personas detrás ) les dedico hoy esta entradita, como elogio, una vez más, a esa forma de hacer las cosas que nunca dejará de sorprenderme. ¡NO a los terremotos! ¡Cese de réplicas YA! (Por si acaso)
20.3.11
Lo que nos mueve
Hoy es día 20 de Marzo. Digamos que, de alguna manera, hoy se cumple el plazo dado por las autoridades japonesas para empezar a diluir la emergencia de que otro terremoto de igual magnitud nos golpee otra vez de la forma que ya lo hizo el 9.0 del 11 de Marzo. Hoy he soñado que estaba jugando al fútbol en un campo de arena amarilla con unos amigos, y que mientras nos tomábamos un descanso, el suelo se empezaba a mover, no de forma alarmante, nada más que un suave mecer de cuna y nos mirábamos y decíamos "yureteru, yureteru" (se mueve, se mueve). Abrí los ojos y lo primero que pensé es, "vaya, ha habido otra réplica y me ha pillado durmiendo." Encendí el portatil para ver la web del Instituto Meteorológico de Japón para comprobar si realmente ha habido algo o ha sido solo mi imaginación. La última réplica detectada fue en torno a las 5:30 am, de magnitud no superior a 2 y lejos de aquí, con lo cual, ha sido mi imaginación.
Siguiente paso: Fukushima. Conecto con la NHK japonesa, no emite. Conecto con NHK World, y parece ser que la situación, aunque con cautela, mejora por momentos. Isótopos encontrados en Ibaraki y Fushima en leche y espinacas (ya me han aguado el café de hoy, gracias), pero por lo demás la temperatura sigue bajando cerca de los reactores y la radiación también. "Fiuuu" pienso mientras me desperezo y me levanto a poner orden en la habitación. Recojo futones, me meto en la ducha, inundo el cuarto de baño porque se me ha quedado atascado algo en el desagüe, me como los dos últimos panes con chocolates que me quedaban en casa y un zumito y allá que vamos. Listo para dirigirme a Yoyogi Koen hoy otra vez.
Yoyogi Koen (el parque Yoyogi) es un paraíso. Situado en el centro (bueno, uno de ellos) de Tokio, acoge una de los templos más impresionantes (Meiji-Jingu) y es sitio de culto para artistas, jóvenes, parejas, y sin hogares. La foto ayer era mas o menos así: Un grupo de percusionistas compuestos por 3 japoneses de diferentes edades y un extranjero con su mujer atronaban el parque con 5 piezas de percusión. Me cautivó tanto que me senté justo enfrente de ellos y estuve una hora allí, hipnotizado, mientras el sol me daba en la cara, bueno, qué decir... Imposible volver a España en estos momentos.
El avión dispuesto por el Gobierno sale hoy de Tokio con 450 plazas, desconozco si se ha llegado a llenar pero lo que sí se que es que aquí nos quedamos un número bastante significativo de españoles. La situación no es para irse, no por peligro radioactivo, no por riesgo de una hecatombe, claro que nadie conoce con certeza lo que la señora madre Tierra nos está cocinando pero por ahora, mi sensación, sin haber ni siquiera salido de Tokio es que no hace falta salir del país. Puede que al haber pasado ya casi dos años aquí me vaya contagiando el sentimiento nacional, me importan más las víctimas (más de 7000 en estos momentos, la pèor cifra desde la Segunda Guerra Mundial) y el cómo lo están pasando, me preocupa más que la madre de Sakie, a estas alturas en pleno Sendai buscando aún a su madre y a su hermana, las encuentre, que la ayuda llegue, que Fukushima se enfríe, que volvamos a currar para levantar esto y que llegue la primavera, el Sakura, y todo lo bueno que está por llegar.
18.3.11
Reflexión
Pues lo he conseguido. Después de una semana en la que desconozco (y quiero seguir desconociendo) la cantidad de "Jishin" (terremotos) con los que he bailado desde el viernes, he conseguido no saltar hacia la puerta y medio colgarme la mochila de emergencia. Anoche, sobre las 21:30 de la noche "sufrimos" una réplica, y esta vez ni siquiera me levanté del suelo, miré hacia la puerta, observé cómo se balanceaba muy suavemente, hasta que se detuvo. Mientras, la locutora de NHK informaba de la magnitud y el epicentro, había sido cerca de Tokio, en Chiba. Pero ahora me doy cuenta de que dentro de una hora se cumplirán 24 horas sin réplicas después de una semana, que ya es algo.
Y ahora Japón (bueno, ellos mucho antes que yo porque ya os explicaba que a ellos lo de los terremotos... bueno, cómo que ya no les llama mucho la atención) mira hacia Fukushima, con calma, con civismo. Se multiplican los voluntarios en las zonas afectadas por el tsunami, las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima. En Tokio y Kanagawa (y supongo que en otras zonas del país también) , incluso con esta ola de frío que nos ha hecho rebuscar en el armario los abrigos que casi teníamos archivados hasta el año que viene, los chavales en la calle, cerca de las estaciones de tren donde el tráfico de gente fluye constantemente, tiemblan de frío pidiendo donaciones para las víctimas.
Hoy he ido a ver a Sakie a Shin-Yurigaoka y, cerca de la estación, el equipo de fútbol local y 4 (muy imponentes) luchadores de sumo atraían a multitud de personas que querían colaborar con las donaciones, ya no eran monedas lo que echaban, sino billetes (he de confesar que hemos echado un billete en la caja por conciencia y porque el del sumo me miraba en ese momento y pensé: "si echo una moneda y le ofendo, me hace una llave y me arranca la cabeza"). El país, ya lejos de temer las posibles consecuencias de Fukushima, ahora mismo se centra en los que sufren ahora, hoy, "lo que venga después ya nos encargaremos de ello" le decía una amiga a Sakie.
Y yo miro a mi país, a España y a cómo han vivido esto mis padres y amigos. Y me cuesta creer que en una ocasión cómo esta, en un país como el nuestro que ya entiende de tragedias humanas, porque las hemos vivido de mayor o menor intensidad, pero las hemos vivido (no hacen falta ejemplos), el periodismo haya conseguido, en vez de informar, aterrorizar. Han aterrorizado a mis padres, a mis amigos, y seguramente habrán vendido un montón estos días y las audiencias se habrán disparado pero, de verdad, el precio que hemos pagado unas pocas familias españolas, no creo que valiera la pena. Y se habla mucho de que los extranjeros han sido de los primeros en dejar el país, pero días después me he dado cuenta de una cosa. No se han ido porque tuvieran miedo de Fukushima o de los terremotos, se han ido para tranquilizar a sus familias, para decirles de primera mano que están bien, porque los medios han generalizado y han convertido Tokio en territorio afectado por el tsunami cuando no tiene nada que ver, etc.
Por eso, desde aquí, (que no creo que se entere mucha gente porque tengo, según estadísticas 5 seguidores, pero bueno, por si acaso), insto a reflexión, de los diarios, revistas, radios, televisiones de España, estudiantes de periodismo y futuros dueños del cuarto o quinto o sexto poder, no se ya cual es, con tantos poderes sueltos, a periodistas que han dicho cosas como "esta mañana un billete de Tokio a Osaka costaba 1.000 euros" o "hay que tener cuidado porque es un hecho que a España vienen muchos turistas japoneses". Por favor, seriedad, calma, reflexión.
Son las 20.30 pm, en Tokio, el primer ministro Naoto Kan acaba de dirigirse a la nación y lo ha hecho para tranquilizar y dar fuerzas, para unir, y para dar sentido al hecho de que a estas alturas de la película, incluso habiendo admitido de que la situación en la central nuclear aún es de riesgo "muy grave", la capital todavía no ha incurrido en éxodo masivo. La gente confía en su ejército, en el cuerpo de bomberos y en los trabajadores de TEPCO y de la central que literalmente se están dejando la piel en salvarnos el culín a los que estamos aquí. La gente va a currar y a los colegios y las universidades y se va de compras y come fuera y no paraliza el país, sino que lo mueve como un hamster corriendo en su ruedecilla, las 24 horas. El país sigue adelante porque quiere salir adelante, y esperemos que en vez de escribir acerca de este tema en cada entrada últimamente, pronto pueda hacerlo de la cantidad de cosas maravillosas que hay en este magnífico país.
PD: Para los medios, la foto no es la masa evacuando la capital, es la cola para ir a rezar en Año Nuevo, concretamente en Kawasaki. Por si acaso.
Y ahora Japón (bueno, ellos mucho antes que yo porque ya os explicaba que a ellos lo de los terremotos... bueno, cómo que ya no les llama mucho la atención) mira hacia Fukushima, con calma, con civismo. Se multiplican los voluntarios en las zonas afectadas por el tsunami, las prefecturas de Iwate, Miyagi y Fukushima. En Tokio y Kanagawa (y supongo que en otras zonas del país también) , incluso con esta ola de frío que nos ha hecho rebuscar en el armario los abrigos que casi teníamos archivados hasta el año que viene, los chavales en la calle, cerca de las estaciones de tren donde el tráfico de gente fluye constantemente, tiemblan de frío pidiendo donaciones para las víctimas.
Hoy he ido a ver a Sakie a Shin-Yurigaoka y, cerca de la estación, el equipo de fútbol local y 4 (muy imponentes) luchadores de sumo atraían a multitud de personas que querían colaborar con las donaciones, ya no eran monedas lo que echaban, sino billetes (he de confesar que hemos echado un billete en la caja por conciencia y porque el del sumo me miraba en ese momento y pensé: "si echo una moneda y le ofendo, me hace una llave y me arranca la cabeza"). El país, ya lejos de temer las posibles consecuencias de Fukushima, ahora mismo se centra en los que sufren ahora, hoy, "lo que venga después ya nos encargaremos de ello" le decía una amiga a Sakie.
Y yo miro a mi país, a España y a cómo han vivido esto mis padres y amigos. Y me cuesta creer que en una ocasión cómo esta, en un país como el nuestro que ya entiende de tragedias humanas, porque las hemos vivido de mayor o menor intensidad, pero las hemos vivido (no hacen falta ejemplos), el periodismo haya conseguido, en vez de informar, aterrorizar. Han aterrorizado a mis padres, a mis amigos, y seguramente habrán vendido un montón estos días y las audiencias se habrán disparado pero, de verdad, el precio que hemos pagado unas pocas familias españolas, no creo que valiera la pena. Y se habla mucho de que los extranjeros han sido de los primeros en dejar el país, pero días después me he dado cuenta de una cosa. No se han ido porque tuvieran miedo de Fukushima o de los terremotos, se han ido para tranquilizar a sus familias, para decirles de primera mano que están bien, porque los medios han generalizado y han convertido Tokio en territorio afectado por el tsunami cuando no tiene nada que ver, etc.
Por eso, desde aquí, (que no creo que se entere mucha gente porque tengo, según estadísticas 5 seguidores, pero bueno, por si acaso), insto a reflexión, de los diarios, revistas, radios, televisiones de España, estudiantes de periodismo y futuros dueños del cuarto o quinto o sexto poder, no se ya cual es, con tantos poderes sueltos, a periodistas que han dicho cosas como "esta mañana un billete de Tokio a Osaka costaba 1.000 euros" o "hay que tener cuidado porque es un hecho que a España vienen muchos turistas japoneses". Por favor, seriedad, calma, reflexión.
Son las 20.30 pm, en Tokio, el primer ministro Naoto Kan acaba de dirigirse a la nación y lo ha hecho para tranquilizar y dar fuerzas, para unir, y para dar sentido al hecho de que a estas alturas de la película, incluso habiendo admitido de que la situación en la central nuclear aún es de riesgo "muy grave", la capital todavía no ha incurrido en éxodo masivo. La gente confía en su ejército, en el cuerpo de bomberos y en los trabajadores de TEPCO y de la central que literalmente se están dejando la piel en salvarnos el culín a los que estamos aquí. La gente va a currar y a los colegios y las universidades y se va de compras y come fuera y no paraliza el país, sino que lo mueve como un hamster corriendo en su ruedecilla, las 24 horas. El país sigue adelante porque quiere salir adelante, y esperemos que en vez de escribir acerca de este tema en cada entrada últimamente, pronto pueda hacerlo de la cantidad de cosas maravillosas que hay en este magnífico país.
PD: Para los medios, la foto no es la masa evacuando la capital, es la cola para ir a rezar en Año Nuevo, concretamente en Kawasaki. Por si acaso.
17.3.11
Amanece un nuevo día en Tokio. La última réplica fue anoche y no fue más que un ligero temblor (en Tokio), no más fuerte que los del verano pasado. Por primera vez en unos días, me levanta el teléfono en vez de un terremotín, es Sakie, me dice que conecte las noticias. La noto bastante contenta. Veo cómo desde un helicóptero echan agua a los reactores de Fukushima. Todavía algo escéptico le digo que sí que pero que los niveles por aqui cerca cómo están. Busco y rebusco en la web noticias, informes, testimonios. En los medios de habla hispana, bueno, caso aparte, no voy a hablar de ello porque bastante los han destripado ya, pero sin embargo, confirmo, la información que os están transmitiendo, a los españoles, no es precisa. Yo no hablo de mentiras, ni de mala intención, pero sí de sensacionalismo y de falta de profesionalidad (ojo, no se puede generalizar a todos los medios tampoco). Me remito a los americanos, ingleses, bueno, la cosa tampoco mejora mucho así que me centro en los medios japoneses y en especial a las conferencias de prensa del portavoz del Gobierno, el Sr. Edano (que vaya paliza se está dando el hombre) así como de representantes de TEPCO, ministerio de defensa, etc. Parece ser que aún la situación no es "apocalíptica." Así que a la ducha.
Lo peor de toda esta situación es cómo lo pasa la familia. Cualquier español en Japón ahora mismo de los 2000 que andamos por aquí (según la embajada española) os dirá lo mismo. En mi caso personal, en un momento de stress y de no poder sobrellevar la amenaza bajo mis pies de una nueva sacudida de magnitud 7 u 8 me llevaron a considerar seriamente ayer la posibilidad de viajar hacia el sur, a reunirme con mis amigos y a afrontar la situación con algo más de distancia de por medio. Pero tenía un dilema.
Sakie no podía venir. Su familia sigue en Tokio, bueno, más hacia Kanagawa. Su abuela y su tía siguen sin ser localizadas y el contacto con las diferentes escuelas en Sendai en donde podían haber sido refugiadas aún no era posible (a día de hoy aún no se si es posible). "No puedo irme y dejar a mi familia aquí", me decía, por lo que al final, no me fuí. Es más, sus esfuerzos en tranquilizarme incluso me hacían pensar que en vez de protegerle yo a ella, era ella la que me estaba protegiendo a mi. Su hermano, a través de Skype, se mofaba (con buena intención) de mi temor a un nuevo seísmo, algo que los japoneses afrontan con una frialdad y un temple envidiables, están más que acostumbrados.
Sakie me repetía constantemente que se quedaba, que mientras su familia no decidiera irse por orden de evacuación, agotarían hasta la última esperanza de encontrar a los familiares que faltaban. Y en ese momento, poco antes de acostarme, lo vi, lo comprendí. Yo no podía huir de Tokio, no tenía sentido ir al sur, a Osaka, o a Kioto, o incluso más lejos a Fukuoka. ¿Irme sin ella? Imposible, no me lo perdonaría. Me costarán muchas palabras todavía para tranquilizar a mi familia, aunque escriba todos los días y facilite "ruedas de prensa" día a día, nunca será suficiente. Pero es que para Sakie es lo mismo, por lo cual, me quedo, en Tokio, puede que hasta que sea demasiado tarde y tengamos que hacer colas de 5 horas para coger un autobús en medio de la noche con lo puesto con otro millar de evacuados en vez de viajar ahora cómodamente en Shinkansen a quedarme en un hotelito muy cuco, pero NO me iré sin Sakie.
16.3.11
El Enemigo Invisible
Eso es la radiación. He aprendido tanto del tema en solo 3 días que hasta me da cierto reparo pensar en ello, especialmente cuando conozco más y más de la terminología relacionada con el tema... en japonés. Desde esta mañana, la información se sucede atropelladamente acerca de los niveles de radiación en Fukushima, a 30 km a la redonda y en la capital. Hace unos minutos ha habido una réplica, aunque en Tokio solo ha sido de magnitud 3, un tembleque. Cuando no se habla de la radiación hay una réplica y cuando no hay réplicas pasa algo en Fukushima.
Me acaba de llamar mi jefe. Mi empresa decidió cerrar durante una semana en principio. Me pregunta que cómo estoy, que dónde estoy. Le digo que aún ando por Tokio, y le pregunto por él y los demás, cuál es la situación, etc. Al parecer, mi jefe (japonés) está en Nagoya, mientras que otro de los jefes está en Osaka. En mi empresa trabajamos unos 13 trabajadores de 4 nacionalidades distintas (Alemania, Francia, España e Italia). En Tokio quedamos 3.
Edano da una rueda de prensa acerca de la situación en Fukushima. Yo me lo creo todo. No se si porque quiero creérmelo o porque realmente me están diciendo la verdad. Miro por la ventana, hay gente caminando por la calle, obreros trabajando, coches, asi que me digo a mi mismo que no pasa nada, que todavía aguantamos aquí.
Mientras escribo esto se ha levantado un viento algo fuerte, al menos la sensación desde el apartamento es de que lo es, sobre todo por culpa de una maldita banderilla de publicidad que se agita como si estuviera poseída. Entre la banderita y las sirenas del hospital, la policía y los bomberos adyacentes a mi apartamento me hacen levantar la cabeza más de una vez y mirar a los lados. Estoy por salir y pegarle una patada a la banderilla.
15.3.11
Caracter
17.18 - Estoy sentado en un café al que suelo ir a estudiar o a trabajar con el ordenador. Aparte de que el café me sienta como una bendición, la vista a la calle es gratificante. La vida sigue. Los comercios están abiertos y la gente anda de un lado para otro, unos con máscaras y otros sin ella. Justo al frente, una tienda de Softbank sigue intentando acaparar clientes a grito pelado como de costumbre, encima, en una clínica de rehabilitación, veo a algunos pacientes ejercitarse con ahínco. Va cayendo la noche y el ambiente en la cafetería es terriblemente agradable. Tanto que me hace sentir algo culpable.
Reflexiono, acerca del tiempo que llevo en Japón, las cosas que he vivido, la gente que he conocido... Ojalá pudiera explicaros la fuerza, la determinación y el carácter con la que los japoneses hacen las cosas, con una dosis de humildad absolutamente ejemplar, con una amabilidad y un interés por aprender y experimentar envidiable.
Ya lo dije cuando hace un año empecé el blog. Le debo tanto a Japón que me llevaría más de 10 vidas devolver todo lo que he recibido de ellos. Por ello, reflexiono acerca de la gente de Sendai, de Iwate, de Fukushima, el millón de personas que ahora mismo está en refugios cuando por la noche la temperatura es de -3 grados. No voy a describir más la situación porque para eso están las noticias pero os puedo asegurar que muchos de nosotros, yo incluído, no se como lo llevaríamos.
Y pienso, "joder, es que no se merecen lo que les ha pasado". Y me da una pena enorme... Sakie me dice que va a trabajar si la empresa abre al público, y yo le digo que está loca, que de qué manera va a ir a comprar gente ropa de marca con la que está cayendo. Y ella me dice que si el pueblo deja de trabajar, no habrá nadie que ayude a la gente del norte, que la industria debe continuar, que todo está relacionado, y que cualquier pequeño movimiento tiene una repercusión importante en esas personas.
Como todo, el pueblo japonés tiene sus cosas buenas y malas, nadie es perfecto, pero de alguna manera, mientras 50 tipos se la juegan en Fukushima para que tu y yo podamos ir al día siguiente a tomarnos un café en una cafetería como en la que estoy ahora, ahora solo puedo pensar en las buenas, y les mando todo mi apoyo. ¡Vamos, VAMOS! 頑張れ日本!
Reflexiono, acerca del tiempo que llevo en Japón, las cosas que he vivido, la gente que he conocido... Ojalá pudiera explicaros la fuerza, la determinación y el carácter con la que los japoneses hacen las cosas, con una dosis de humildad absolutamente ejemplar, con una amabilidad y un interés por aprender y experimentar envidiable.
Ya lo dije cuando hace un año empecé el blog. Le debo tanto a Japón que me llevaría más de 10 vidas devolver todo lo que he recibido de ellos. Por ello, reflexiono acerca de la gente de Sendai, de Iwate, de Fukushima, el millón de personas que ahora mismo está en refugios cuando por la noche la temperatura es de -3 grados. No voy a describir más la situación porque para eso están las noticias pero os puedo asegurar que muchos de nosotros, yo incluído, no se como lo llevaríamos.
Y pienso, "joder, es que no se merecen lo que les ha pasado". Y me da una pena enorme... Sakie me dice que va a trabajar si la empresa abre al público, y yo le digo que está loca, que de qué manera va a ir a comprar gente ropa de marca con la que está cayendo. Y ella me dice que si el pueblo deja de trabajar, no habrá nadie que ayude a la gente del norte, que la industria debe continuar, que todo está relacionado, y que cualquier pequeño movimiento tiene una repercusión importante en esas personas.
Como todo, el pueblo japonés tiene sus cosas buenas y malas, nadie es perfecto, pero de alguna manera, mientras 50 tipos se la juegan en Fukushima para que tu y yo podamos ir al día siguiente a tomarnos un café en una cafetería como en la que estoy ahora, ahora solo puedo pensar en las buenas, y les mando todo mi apoyo. ¡Vamos, VAMOS! 頑張れ日本!
Terremotos y Nucleares
05.00 am. - Un nuevo día, una nueva sacudida. Es como un golpe seco seguido de vibraciones suaves y ondulantes bajo mi futón. Durante unos minutos me quedo sentado esperando que la intensidad no se incremente y me haga saltar hacia la puerta, el sitio más seguro de mi apartamento (aunque considero que todo el apartamento, debido a que es pequeño y no hay nada colgado, es bastante seguro). La vibración cesa, me vuelvo a recostar y me quedo unos minutos mirando al techo, en la oscuridad.
Ya hay circulación en las calles, y empieza a amanecer pero he dormido apenas 5 horas y me siento tan cansado.
Decido corroborar que realmente no ha sido nada, agarro el portatil, conecto con NHK, el Instituto meteorológico de Japón, Twitter, etc y confirmo mis sospechas. El epicentro ha sido la bahía de Tokio, en Odaiba. Dejo las noticias puestas ya que NHK, unos segundos antes de un terremoto, emite tres notas disonantes, bastantes perturbadoras por cierto, lo que te da tiempo a saltar a lugar seguro en caso de que sea algo gordo. Es como estar viendo un partido de fútbol, tu equipo va a marcar, ¡va a marcar! Te levantas y... ¡PUM! Va fuera, asi que te sientas otra vez y si estás con amigos comentas la jugada y si estás solo pues... hablas solo.
Consigo dormir 2 horas después hasta las 11 am. Me despierto con dolor de cabeza, confundido y lo primero que hago es pillar el móvil. Mis amigos más cercanos me informan de que ya están de camino a Osaka en Shinkansen y evidentemente, me recomiendan que haga lo mismo. Sigo el ritual higiénico habitual y preparo un par de mochilas. Mientras tanto, leo una noticia que me pone los pelos de punta. La embajada francesa informa de que en 10 horas la radiación llegará a Tokio. ¿?¿ ¡Pero en qué cabeza cabe semejante comunicado en las circunstancias en las que nos encontramos...! Indignado, llamo a Sakie, le pregunto acerca de dicha información ya que ella sigue la información en ese momento de NHK en japonés. Minutos más tarde, la embajada francesa retira el comunicado y diferentes medios confirman la inconsistencia de la información proporcionada por la embajada francesa. Merci.
En estos momentos, ya hemos comido y he ido a comprar algunas cosas. En las calles, la situación es normal, dentro de lo que cabe. Más mascarillas que de costumbre, aunque no me sorprende porque en Tokio, la mascarilla es algo habitual. Llevamos más de 6 horas sin réplicas, lo cual es buena señal y ayuda a mantener perspectiva.
Sigo considerando la posibilidad de dirigirme hacia Osaka o Kyoto, pero sin embargo, la familia de Sakie es un condicionante que ni ella ni yo podemos superar. Desde Tokio, en calma, un servidor.
14.3.11
¡Buenos dias Tokyo! = 6.1
10.00 am - La Tierra se despereza y se estira y nos levanta a todos (a los que trasnochamos pendiente de las noticias) con un temblor de 6.1. Después de casi un minuto de vaivenes todo vuelve a la normalidad. Todo queda en un susto, una vez mas. Me conecto a Internet, nos chequeamos, "¿todo el mundo bien?". Salto a la ducha porque no se si me van a cortar el agua, la luz o el gas y antes de mirarlo en internet, es más rápido meterme bajo el agua. En la ducha tengo la sensación de que se mueve la habitación, pero de nuevo, es mi cabeza. He desarrollado dos hábitos desde hace tres días: Uno, a donde quiera que voy, sea lo que sea lo que estoy haciendo, localizo un sitio al que escapar o en el que esconderme en caso de "el gordo" llegue. Y dos, a donde quiera que voy me llevo el portátil, la documentación importante y los cargadores. Me he vuelto mucho más sistemático, llevo siempre el móvil en un bolsillo y la cartera en el otro, siempre el mismo sitio.
Voy a las tiendas de alrededor a por un café y de paso a ver como está el tema de las reposiciones. Sigue sin haber agua embotellada, pan o papel higiénico. Sin embargo hay alcohol a raudales, snacks, congelados, etc. Compro unos guantes, mascarillas y tiritas, en una mezcla de previsión y paranoia. De vuelta al apartamento se confirman mis sospechas, la empresa nos informa de que ha tomado la decisión de cerrar durante al menos una semana. Los mensajes de mis amigos se suceden, todos deciden irse juntos a Osaka, hacia el suroeste, o al menos intentarlo porque no tienen la certeza de que puedan encontrar billetes de tren, hotel, etc.
Mi situación es diferente. Sakie (mi novia) me informa de que es bastante probable de que una de sus abuelas, que vivía en Sendai, epicentro del tsunami del viernes, no haya tenido tiempo de... bueno, ya os podeis imaginar. Mientras tanto se suceden las buenas noticias, una nueva explosión en el reactor número 3 de Fukushima nos pone a todos de pie, aunque el portavoz del gobierno, el señor Edano, hace lo imposible por quitarle hierro al asunto. Por otro lado, los cortes de luz parece ser que no se van a producir, ya que todo el mundo, de manera voluntaria ha conseguido disminuir el consumo eléctrico de manera extraordinaria. Aún así, más adelante no se descartan dichos cortes.
Los trenes funcionan, menos, pero funcionan. Si normalmente hay uno cada 3 minutos, ahora hay uno cada 10 minutos, algo insignificante para alguien de España que acostumbra a esperar un autobús 20 minutos y la mayoría de veces no a su hora. Sin embargo, la sociedad japonesa se colapsa en las estaciones. La gente hace colas y colas de hasta 2 horas para coger un tren. El poder de los trenes en Japón es algo realmente asombroso. Recuerdo el día del terremoto, cuando los trenes dejaron de funcionar y la gente se volvía a casa a patita, la mayoría, yo inclusive, nos perdíamos, no sabíamos por donde ir. Al viajar en tren todos los días, perdemos la orientación totalmente y al caminar, si no seguimos la línea de tren, estamos perdidos en 5 minutos.
Son las 12:50 pm. y me dispongo a almorzar unos deliciosos yakisoba que he encontrado huérfanos en la tienda cuando he ido a comprar el café. Veremos a ver que nos depara la tarde.
Voy a las tiendas de alrededor a por un café y de paso a ver como está el tema de las reposiciones. Sigue sin haber agua embotellada, pan o papel higiénico. Sin embargo hay alcohol a raudales, snacks, congelados, etc. Compro unos guantes, mascarillas y tiritas, en una mezcla de previsión y paranoia. De vuelta al apartamento se confirman mis sospechas, la empresa nos informa de que ha tomado la decisión de cerrar durante al menos una semana. Los mensajes de mis amigos se suceden, todos deciden irse juntos a Osaka, hacia el suroeste, o al menos intentarlo porque no tienen la certeza de que puedan encontrar billetes de tren, hotel, etc.
Mi situación es diferente. Sakie (mi novia) me informa de que es bastante probable de que una de sus abuelas, que vivía en Sendai, epicentro del tsunami del viernes, no haya tenido tiempo de... bueno, ya os podeis imaginar. Mientras tanto se suceden las buenas noticias, una nueva explosión en el reactor número 3 de Fukushima nos pone a todos de pie, aunque el portavoz del gobierno, el señor Edano, hace lo imposible por quitarle hierro al asunto. Por otro lado, los cortes de luz parece ser que no se van a producir, ya que todo el mundo, de manera voluntaria ha conseguido disminuir el consumo eléctrico de manera extraordinaria. Aún así, más adelante no se descartan dichos cortes.
Los trenes funcionan, menos, pero funcionan. Si normalmente hay uno cada 3 minutos, ahora hay uno cada 10 minutos, algo insignificante para alguien de España que acostumbra a esperar un autobús 20 minutos y la mayoría de veces no a su hora. Sin embargo, la sociedad japonesa se colapsa en las estaciones. La gente hace colas y colas de hasta 2 horas para coger un tren. El poder de los trenes en Japón es algo realmente asombroso. Recuerdo el día del terremoto, cuando los trenes dejaron de funcionar y la gente se volvía a casa a patita, la mayoría, yo inclusive, nos perdíamos, no sabíamos por donde ir. Al viajar en tren todos los días, perdemos la orientación totalmente y al caminar, si no seguimos la línea de tren, estamos perdidos en 5 minutos.
Son las 12:50 pm. y me dispongo a almorzar unos deliciosos yakisoba que he encontrado huérfanos en la tienda cuando he ido a comprar el café. Veremos a ver que nos depara la tarde.
13.3.11
Re-apertura
Hola de nuevo.
Ha pasado ya más de un año desde que empecé a escribir un blog acerca de mi vida en Japón. Por diferentes motivos dejé de escribir en el blog pocos meses después. Hace dos días, he vivido posiblemente una de las experiencias más impresionantes de mi vida. Como todos sabéis, un terremoto de 9.0 tuvo lugar a unos kilómetros de la costa noreste de Japón lo que causó un gravísimo sunami que arrasó varias prefecturas del noreste del país y que, en el momento de escribir esta entrada, ya se ha cobrado más de 600 vidas mientras que miles de personas, entre ellas familiares de mi novia y amigos, siguen desaparecidas.
Hay experiencias que realmente te cambian la vida y, sin ninguna duda, esta es una de ellas. Es por ello que me propongo a contribuir con la información que pueda aportar acerca de cómo se están viviendo, desde mi perspectiva, estos días en la capital, Tokio, así como en el área de Kawasaki y Kanagawa que es donde vivo y trabajo.
En estos momentos me encuentro en un café en Mizo nokuchi, en el distrito de Takatsu (Kawasaki), a apenas dos kilómetros de mi casa. La situación en las calles es de aparente normalidad. La gente ríe, va de compras, viaja en tren, en resumen, la vida en la capital y alrededores transcurre como si nada hubiera pasado.
Sin embargo, las noticias pintan un cuadro diferente. El bombardeo de imágenes de la zona más afectada por el sunami sumado a las diferentes y confusas informaciones sobre el incidente en la central nuclear de Daichii, en la provincia de Fukushima es constante y os puedo asegurar que una exposición constante a dicha información, te destroza la cabeza. Por otro lado, la actividad en redes como Twitter, en donde la información transcurre en varios idiomas a la vez sin ningún tipo de filtro y de manera absolutamente descontrolada, es apabullante.
De todas las informaciones que he podido recopilar procedente de la televisión japonesa a la que me paso pegado cerca del 70% del día ultimamente, quizás la más preocupante es la advertencia de una nueva réplica/seísmo de por encima de 7 grados cuya reproducibilidad es de un 70% en los próximos 3 días. Si dicho seísmo tuviera lugar de nuevo en la misma zona, no solo supondría un peligro inminente para toda la población, sino además agravaría la situación de la central nuclar de Fukushima a límites que no me atrevo ni a imaginar.
En mi entorno más cercano, diré que algunos amigos han decidido comprar un billete de avión y volver a Europa, otros han decidido solo salir del país a toda costa a países como por ejemplo, Tailandia, mientras que otros se debaten entre aguantar el tipo y templarse ante lo que pueda venir o directamente tomar la opción del avión y olvidarse del trabajo y demás o simplemente viajar hacia el sur, hacia Fukuoka, lo cual no tiene mucho sentido puesto que hace unas horas ha habido una réplica con epicentro en esa zona.
Después de dos días de alerta por sunami, alerta por terremotos y alerta nuclear, el cuerpo empieza a acumular cansancio. La sensación de movimiento producida por el cuerpo es constante y a veces traiciona. Cuando creo que hay un terremoto es solo mi cuerpo el que se mueve y me engaña. El agua embotellada escasea de momento, mientras que el resto de víveres se reponen con frecuencia, sin embargo, como he dicho antes, uno puede tomarse un café tranquilamente en cualquier lado y después irse a un karaoke si así lo desea.
Son las 17:30, hora de Tokio, y esto es todo lo acontecido por ahora. Un poco más adelante escribiré sobre mi experiencia personal durante el temblor del 11 de Marzo, ahora tan solo cruzo los dedos para que las réplicas cesen y la situación de la central de Fukushima, finalmente, quede bajo control.
Y acabo de darme cuenta de que llevo dos días sin escuchar música. Buf!
Ha pasado ya más de un año desde que empecé a escribir un blog acerca de mi vida en Japón. Por diferentes motivos dejé de escribir en el blog pocos meses después. Hace dos días, he vivido posiblemente una de las experiencias más impresionantes de mi vida. Como todos sabéis, un terremoto de 9.0 tuvo lugar a unos kilómetros de la costa noreste de Japón lo que causó un gravísimo sunami que arrasó varias prefecturas del noreste del país y que, en el momento de escribir esta entrada, ya se ha cobrado más de 600 vidas mientras que miles de personas, entre ellas familiares de mi novia y amigos, siguen desaparecidas.
Hay experiencias que realmente te cambian la vida y, sin ninguna duda, esta es una de ellas. Es por ello que me propongo a contribuir con la información que pueda aportar acerca de cómo se están viviendo, desde mi perspectiva, estos días en la capital, Tokio, así como en el área de Kawasaki y Kanagawa que es donde vivo y trabajo.
En estos momentos me encuentro en un café en Mizo nokuchi, en el distrito de Takatsu (Kawasaki), a apenas dos kilómetros de mi casa. La situación en las calles es de aparente normalidad. La gente ríe, va de compras, viaja en tren, en resumen, la vida en la capital y alrededores transcurre como si nada hubiera pasado.
Sin embargo, las noticias pintan un cuadro diferente. El bombardeo de imágenes de la zona más afectada por el sunami sumado a las diferentes y confusas informaciones sobre el incidente en la central nuclear de Daichii, en la provincia de Fukushima es constante y os puedo asegurar que una exposición constante a dicha información, te destroza la cabeza. Por otro lado, la actividad en redes como Twitter, en donde la información transcurre en varios idiomas a la vez sin ningún tipo de filtro y de manera absolutamente descontrolada, es apabullante.
De todas las informaciones que he podido recopilar procedente de la televisión japonesa a la que me paso pegado cerca del 70% del día ultimamente, quizás la más preocupante es la advertencia de una nueva réplica/seísmo de por encima de 7 grados cuya reproducibilidad es de un 70% en los próximos 3 días. Si dicho seísmo tuviera lugar de nuevo en la misma zona, no solo supondría un peligro inminente para toda la población, sino además agravaría la situación de la central nuclar de Fukushima a límites que no me atrevo ni a imaginar.
En mi entorno más cercano, diré que algunos amigos han decidido comprar un billete de avión y volver a Europa, otros han decidido solo salir del país a toda costa a países como por ejemplo, Tailandia, mientras que otros se debaten entre aguantar el tipo y templarse ante lo que pueda venir o directamente tomar la opción del avión y olvidarse del trabajo y demás o simplemente viajar hacia el sur, hacia Fukuoka, lo cual no tiene mucho sentido puesto que hace unas horas ha habido una réplica con epicentro en esa zona.
Después de dos días de alerta por sunami, alerta por terremotos y alerta nuclear, el cuerpo empieza a acumular cansancio. La sensación de movimiento producida por el cuerpo es constante y a veces traiciona. Cuando creo que hay un terremoto es solo mi cuerpo el que se mueve y me engaña. El agua embotellada escasea de momento, mientras que el resto de víveres se reponen con frecuencia, sin embargo, como he dicho antes, uno puede tomarse un café tranquilamente en cualquier lado y después irse a un karaoke si así lo desea.
Son las 17:30, hora de Tokio, y esto es todo lo acontecido por ahora. Un poco más adelante escribiré sobre mi experiencia personal durante el temblor del 11 de Marzo, ahora tan solo cruzo los dedos para que las réplicas cesen y la situación de la central de Fukushima, finalmente, quede bajo control.
Y acabo de darme cuenta de que llevo dos días sin escuchar música. Buf!
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